La pandemia nos acostumbró a tomar ciertos recaudos de higiene. La tecnología de pagos sin contacto es la nueva moneda de la economía que viene.
Se llama “moneda corriente” a la moneda que está en curso legal en determinado momento en determinado lugar. Pero también se la llama así porque es la que corre, la que pasa de mano en mano, la que se acepta para cerrar transacciones, la que hay.
Durante muchos años la moneda reina fue el oro, refulgente, duradero, pero hubo otras en la historia: cuentas de vidrio y plumas en las colonias, caracoles, cigarrillos entre los prisioneros de la Segunda Guerra. Porque eran bellos o muy codiciados, todos estos objetos de intercambio contenían en sí una idea de valor. A los billetes que usamos hasta hoy lo que les imprime valor es el respaldo de sus respectivos gobiernos.
Fast forward a mayo de 2020, COVID-19: los billetes son un pedazo de papel que puede alojar el virus durante días. Entre los cambios que impuso la pandemia, el dinero en efectivo pasó de ser algo preciado a ser algo sucio y así perdió su vigencia, acaso para siempre.
Aunque ya antes de la pandemia todo indicaba que íbamos hacia un mundo sin billetes, COVID-19 catapultó la tecnología sin contacto, que va en línea con el boom del e-commerce y el aumento exponencial de las operaciones digitales y de los hits de internet. México presenta un caso interesante: en medio de la pandemia, el supermercado 100% online Justo.mx, el startup fundado por el ex Presidente Global de Cabify, Ricardo Weder, aumentó los pedidos un 500%. Es que este nuevo paradigma de la distancia profiláctica también impacta sobre la forma en que compramos y pagamos lo que compramos.
Según un estudio realizado por Mastercard, 7 de cada 10 latinoamericanos dejaron de usar efectivo como consecuencia del Coronavirus. En cambio, se volcaron a las transacciones sin contacto.
La tecnología sin contacto permite realizar pagos sin manipular billetes que estuvieron en otras manos, pero también nos evita el trámite de pasar la tarjeta de crédito o débito por el lector de la banda magnética o del chip, lo cual también implica roce. Una transacción contactless se completa acercando la tarjeta de crédito o débito que tiene el ícono de sin contacto a la terminal de pago, hasta que suene el bip, y listo. Esta tecnología también se usa en teléfonos móviles, llaveros y otros dispositivos.
A medida que la expansión del COVID-19 resalta la preferencia hacia aquellas experiencias ‘sin contacto’ en muchos aspectos de nuestras vidas, el creciente interés en los pagos sin contacto es de gran alcance.
Creemos que hay que ofrecer a los consumidores libertad para elegir cómo pagan y tranquilidad cuando pagan. Con mayor comodidad y seguridad, esperamos expandir la huella del pago sin contacto más que nunca.
A esta altura de la pandemia, ya no importa tanto el desafío que estamos pasando sino el diseño del mundo que viene. La nueva normalidad va a terminar de imponer la tecnología contactless, que ya de hecho es la moneda de curso legal en los sectores que absorben la mayor cantidad de transacciones durante la pandemia, como son los comercios y el transporte. Para estimular esta modalidad de pago que preserva a la personas del manoseo de dinero sucio, algunas países de la región aumentaron el valor autorizado para cada operación de pago sin contacto. Colombia, Argentina, República Dominicana y Costa Rica fueron los pioneros en adoptar esta medida, pero se espera que les sigan otros países.
Por Walter Pimenta, vicepresidente sénior de Productos e Innovación, Mastercard América Latina y el Caribe.